Admirarte

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La tarde aprieta en el invierno de la ciudad. El cielo ausente de nubes, de un azul parisino, ha ido poco a poco salpic谩ndose de blanquecinas l铆neas de humo salidas de las chimeneas que calientan las casas. La atm贸sfera se va rayando, a ratos con trazos gruesos, despu茅s con finos. Huele al pino que se quema en las brasas de aquellos que optan por la lumbre frente a la electricidad para calentarse…

As铆 comeza o relato ‘Admirarte’, escrito por Unai Gracia, baixo o pseud贸nimo Le贸n Gale. Esta narraci贸n quedou finalista na categor铆a Estilo no II concurso de Relato Curto sobre Alzheimer ‘Nun Recuncho da Memoria’.

Desfruta o relato:

Admirarte

Unai Gracia

La tarde aprieta en el invierno de la ciudad. El cielo ausente de nubes, de un azul parisino, ha ido poco a poco salpic谩ndose de blanquecinas l铆neas de humo salidas de las chimeneas que calientan las casas. La atm贸sfera se va rayando, a ratos con trazos gruesos, despu茅s con finos. Huele al pino que se quema en las brasas de aquellos que optan por la lumbre frente a la electricidad para calentarse.

La ventana del sal贸n de Manuela est谩 abierta. La mujer ha querido dejarla as铆 para que el d茅bil sol de la temporada ba帽e la estancia con su luz. A ella, como a la casa, le viene bien la dosis de brillo. Est谩 concentrada en su labor, absorbiendo cada gota del silencio que inunda su hogar, roto 煤nicamente por el chocar del pincel con el cristal donde humedece en c铆rculos el utensilio, lleno ahora de un agua sucia de pintura y aguarr谩s.

Una mesa adornada en su centro con un jarr贸n de bellas flores secas, rodeada por cuatro sillas, y protegida del fr铆o suelo por una alfombra de pelo pintado con tonos terrales llena el centro del sal贸n. Tambi茅n hay una l谩mpara colgante, una vieja radio sobre el parqu茅 y una mesita auxiliar con papeles amontonados sobre una caja de lata de Petits Beurres. Al fondo dos puertas de cristal encierran la cocina, que tiene una ventana desde donde se ve la mitad sur del pueblo. Manuela est谩 en el centro, literalmente.

Hoy el piso est谩 cubierto con papeles de peri贸dico porque est谩 pintando. Uno de los pies del caballete que sujeta su lienzo se posa sobre la cara de un pol铆tico acusado de corrupci贸n. 27 de septiembre de 2015. Han pasado cerca de dos meses desde que compr贸 los documentos aunque su vida ha cambiado tanto que le parecen dos a帽os.

Intenta no distraerse mientras traza con un pincel fino lo que parece el contorno de un hombro. No obstante, no puede ignorar el ambiente que sin pretenderlo invita a entrar por su ventana. Hay sitios que huelen a momentos y momentos que huelen a lugares. Es como volver a volver y ver lo que antes estaba ah铆, pero que era invisible. Hoy recuerda Francia. Ma帽ana, no lo sabe. Procura que sus cavilaciones no hagan del trazo una l铆nea mal puesta.

Un profesional de la materia pict贸rica debe plasmar sus sentimientos en sus obras pero 茅stos no han de condicionar el resultado premeditado. Es lo que les ense帽贸 a sus alumnos en su clase de Bellas Artes. Espero que no lo olviden, piensa.

Ha decidido que el 贸leo que est谩 creando tendr谩 un fondo azul de S猫vres.
Aprieta el tubo met谩lico que contiene la pintura que quiere aplicar ahora y coloca un buen chorro en la paleta. Levanta su rostro con intenci贸n de
comprobar cu谩nto se parece el pintado al original. Frente a la pared que se ha colocado hay un espejo circular con un borde de madera barnizada y un relieve como el de los muebles antiguos. El cristal es de tama帽o considerable, Manuela puede ver su busto completo, y por la parte聽 superior todav铆a le sobra aire.

Se ha recogido el pelo gris谩ceo en un c贸modo mo帽o, lleva puesto un jersey color laca granza (rosa claro, como dir铆a su hermana) sobre una camiseta blanca. Se ve sencilla, pero hermosa. El centro de la mesa combina el morado con el blanco y el rojo desgastado. Las flores que lo llenan est谩n secas, pero son bellas. Ese es el efecto que quiere lograr sobre lo que est谩 hoy trabajando.

Gran parte de su vida la ha dedicado a admirar el arte de otros. Se ha fijado en los grandes; Van Gogh, Goya, Rembrandt, pero tambi茅n les ha dejado hueco a los no tan conocidos. Le viene a la mente la imagen del Puerto de Kaneta que le compr贸 a Le贸n Gale en el mercado de arte local de un pueblo franc茅s colindante con Espa帽a. Agradece que, aunque ella lo haga, los recuerdos no la olviden. Le queda el mar, alguien para querer, las causas perdidas y parar el tiempo, pero sabe que no ser谩 eterno.

Contin煤a trazando, borrando, alegrando, matizando y pintando el lienzo hasta que el fr铆o le obliga a cerrar la ventana. Despu茅s de darle los 煤ltimos retoques, ya puede admirar su trabajo. Sobre un fondo azulado aparece el reflejo de un espejo redondo donde una mujer de unos setenta y cinco a帽os, con un jersey rosa, una camiseta blanca y un recogido canoso que enternece su rostro adulto le devuelve la mirada.

Cada uno de los brochazos que ha dado Manuela en la tela sobre la que pinta ha intentado que la mujer no se olvide a s铆 misma, mientras que los trazos que quedan plasmados en el lienzo son el testimonio de que Manuela se recordar谩 cada vez menos.

Cuando se seque el trabajo firmar谩 en una esquina con su nombre y la fecha de finalizaci贸n de la obra: Manuela Guill茅n, 29 de diciembre de 2015. Espero que no lo olvides, suplica a la mujer admira en el lienzo.

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